viernes, 6 de diciembre de 2013

Reflexiones de un estudiante de arquitectura tras su primer año.

Siéntate, esto va a ser Legen...espera...Dario!

Haciendo hoy mi examen global de primero de arquitectura, me llamaba la atención el hecho de que gran parte de las preguntas nos pidieran no solo una opinión propia, sino que también nos pedían que nos identificáramos, que luciéramos nuestros colores. ¿Eres un embrión de Gehry?, ¿de Le Corbusier?, ¿de Lloyd Wright?, ¿cuál es tu bandera?, ¿bajo qué estandarte te gustaría desarrollar tu oficio?.

En mi opinión me queda demasiado por descubrir aún de este mundo nuevo, complejo y extenso al que he estado quitando velos de una forma casi accidental durante este año. La verdad es que nadie te enseña a hacer arquitectura, ni siquiera los profesores, por mucho que se esfuercen, ellos solo pueden darte las herramientas, te mandan ejercicios e intentan que saques tus propias conclusiones. La verdad es que es muy pesado aprender de manera intuitiva, casi por epifanías, pero debe ser así, un proceso íntimo, al igual que el arte. Un pintor no puede enseñar a otro a pintar, le puede enseñar una técnica, pero no su forma de pintar porque si no, estaría creando un clon.
 Por esto me atrevo a decir que ninguno de los alumnos que este año ha entrado en la carrera de arquitectura es el mismo arquitecto. Solo yo he conocido el hacer como lo conozco y concibo la arquitectura (a grandes rasgos) como yo lo hago, y no es un auto-engaño pubescente de diferenciarse del resto, es simplemente porque cada uno de nosotros ha canalizado el conocimiento e interiorizado conclusiones que nos dan una idea de la arquitectura, es como preguntarle a alguien por su pareja ideal, todos conocemos y compartimos el canon de belleza actual, pero cada uno le da mas importancia a ciertos factores. A unos les gustan las chicas rubias, inteligentes, a otros bajitas,etc...
El tema es que cada uno ha idealizado de una manera "su" arquitectura.
Para mi, o la conclusión que yo saco de ésta es que la arquitectura es la culminación equilibrada y perfecta entre el arte y la técnica.
Obviamente siempre tiendo al arte en mis gustos, quizá por esto me llama tanto la atención la tendencia deconstructivista, pero no por eso podría definirme como tal, ya que mi escuela y mis profesores de taller han sido instruidos en una tendencia mas bien contextualista y aunque no pretendan influirnos, todo se pega y después de este año, creo que siempre tendremos metido en la genética el emplazamiento, la multiescalaridad, el buscar la relación, el lenguaje, la cualidad de un lugar y el respeto por la historia y la identidad cultural.

Somos lo que nos enseñan a ser.
Por este motivo me siento tan agradecido de la arquitectura, porque no me ha enseñado a ser nada, me ha mostrado y sigue mostrándome mil caminos, mil formas de concebirla y yo no puedo hacer otra cosa que empaparme de ellos, de maravillarme cada día mas, de descubrirme a mi mismo buscando vacíos, reflejos, espacios, sombras, de que mis dibujos hayan abandonado la pretensión estética hasta el punto de que ya no me preocupa el dibujar un objeto o un cuerpo en si, me preocupa lo que le rodea, lo que puede albergar. Dibujar un paisaje o una superficie estática ya no me resulta aburrido, porque me encanta el juego de proyectar, de pensar como alterar, como mejorar algo, como hacerlo habitable, pensando en el sentido de habitar que nos presenta Heidegger.
He cambiado, estoy creciendo, evolucionando, me he vuelto un crítico que critica algo que no controla y que tal vez nunca llegue a controlar; Pero la arquitectura nos hace a todos inherentemente críticos de esta, aún cuando no pretendemos serlo. El habitar es una característica genuina del ser humano.
Éste habitar nos convierte en críticos, aún sin usar palabras, solo el hecho de ver a una persona que se levanta en el hall de un edificio para irse porque no está cómoda se convierte en una dura crítica.

Es un universo tan grande, tan interesante y me siento tan curioso de todo, que no supe responder a la hora de identificarme con una tendencia porque solo soy un niño cegado por miles de luces y porque nunca me he sentido a gusto jugando con lo ya inventado, soy un rebelde, pero no de boquilla como a mis quince años, ya no veo la rebeldía como portarse mal, aparentar indiferencia absoluta y cosas así; Soy un rebelde porque la rebeldía implica una propuesta, una propuesta que quizá aún es muy pronto para buscar y mucho mas para encontrarla, pero se que llegaré a ella.
Por lo tanto, soy un rebelde en busca de mi rebeldía.

Como conclusión, me gustaría terminar esta pequeña reflexión con una cita de uno de mis artistas preferidos, Roberto Iniesta, que dice lo siguiente y creo que refleja mi opinión acerca de las tendencias:

"Me cago en todas las banderas, en todas menos en la blanca, porque con esa me limpio el culo.
Las banderas son la degradación del color".

El encasillamiento es la degradación del arte.

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